La celebración de San Prudencio es el culmen a meses de trabajo de los y las vecinas de este pueblo. Pero mientras los alaveses nos preparamos para disfrutar de unas fiestas que finalizarán con el día de Estíbaliz, Armentia tiene una agenda ligeramente distinta. Eso sí, para cuando lea estas líneas, Armentia estará lista para la fiesta de San Prudencio.

Y es que San Prudencio es algo muy especial para ellos. Alfredo López de Uralde Apellaniz, presidente de la junta de Armentia, lo explica orgulloso: “Ese día somos los anfitriones de Álava”. Un orgullo que inculcan pronto a los más jóvenes y que se traduce en su participación en la organización de algunas actividades. Pero el trabajo previo de la junta y de los vecinos es intenso: coordinar el protocolo para la recepción de autoridades, la gestión de las txosnas y puestos artesanales, los juegos de cartas y de bolos, la música, y las demostraciones de deportes rurales, el chupinazo en el pueblo…

Una tradición de más de 300 años

San Prudencio se lleva celebrando desde el siglo XVII, pero era una festividad principalmente religiosa. No fue hasta después de 1930 y, especialmente tras la guerra, cuando se introdujeron los bailes, que empezó a adquirir el tono festivo de hoy en día. Esta tradición reúne año tras año a las familias de Armentia alrededor de una mesa. Según cuentan desde la junta de Armentia, San Prudencio vuelve a traer a casa a antiguos residentes y familiares. “Son días en que incluso personas que hace tiempo que no residen en el pueblo regresan a pasar el día en familia. Es algo que llevamos dentro y de lo que nos sentimos muy orgullosos. Es una fiesta que se respeta mucho”.

Alaveses disfrutando de San Prudencio en las campas Josu Chavarri Erralde

Celebración vecinal adelantada en Armentia

Esta fiesta se vive de manera algo distinta en el propio pueblo de Armentia. San Prudencio empieza el día 27 por la tarde con el chupinazo, al que sigue una ofrenda de flores al patrón, con música y un coro formado por vecinos. Una ofrenda que, curiosamente, empezó de manera accidental allá por 1995, y que en la que se turnan los mozos y mozas del pueblo.

Ese primer día termina con una cena de los doscientos residentes de Armentia. Un reto logístico para poner de acuerdo a tantas personas con el menú, pero que sirve como lazo de unión para todos. La noche termina con un baile en la Sala Cultural donde quien quiera puede disfrutar de la música.

El día 28 arranca con la recepción de autoridades y, tras un pequeño refrigerio, los vecinos de Armentia pasan el día en sus casas en familia. Dejan las misas y los espacios abiertos para los gasteiztarras y alaveses que se acercan hasta las campas a disfrutar del ambiente y la comida.

Ambiente en las txosnas de San Prudencio en Armentia Jorge Muñoz

Para los vecinos son días de andar en familia, de reencuentros, de comer caracoles y talos. Aprovechan por la tarde para darse una vuelta por las campas, disfrutar del ambiente e incluso, en el caso de López de Uralde, a hacer fotografías.

Reconocen vivir en un entorno privilegiado a tan pocos kilómetros del centro de Vitoria. Y destacan el civismo de los visitantes. “Si viene aquí alguien de fuera el 29, jamás sospecharía que el día anterior hemos celebrado una fiesta para honrar al patrón de Álava. Entre la gente y los servicios de limpieza lo dejan impoluto”.